El frío todavía no se había marchado por completo a esta altura del año, el verdor de las primeras hojas anunciaba la llegada de la primavera.
La visión es otra para esta época, serán los pimpollos a punto de estallar o los brotes apurados de los árboles.
Todo eso quedó en el pasado, ya no podía sentir de ese modo, pensaba Ema, mientras se desperezaba en su cama.
-No quiero acercarme al jardín me encerraré hasta que llegue el invierno nuevamente.
Era el castigo que se imponía por sobrevivir en el accidente que se llevó a su marido.
Con casi setenta años, caminó por la habitación y salió al corredor en donde había una ventana abierta que olvidó tapar. Se quedó paralizada ante tanta luz, volteó la cara y tapó la ventana. Volvió a su habitación y mientras cerraba la puerta, la primavera le robó una sonrisa.
1 comentario:
Te felicito comadre, da gusto trasladarse a Jujuy y conocerlo.
Espero que Ema esté sonriendo.
Cariños Comadre Graciela.
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